La epilepsia es el cuarto trastorno neurológico más común a nivel mundial y afecta a personas de todas las edades. Se caracteriza principalmente por causar convulsiones.
¿Quieres saber más sobre este padecimiento? Te contamos lo más relevante para que estés informado.
La epilepsia es un trastorno crónico y neurológico que provoca alteraciones en el cerebro de quien lo padece.
Uno de los síntomas más característicos son las convulsiones recurrentes no provocadas, que son ráfagas repentinas de actividad eléctrica anormal a nivel cerebral.
Este padecimiento afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
El término Epilepsia se deriva del griego epilambaneim, que quiere decir “tomar por sorpresa”, y fue acuñado por los griegos, cerca del año 460 a. C. En ese momento, la epilepsia era considerada como un castigo de los dioses o se relacionaba con posesiones demoníacas.
Hipócrates, el padre de la Medicina moderna, dijo en su momento que tiene un origen natural y que se localiza en el cerebro, negando las creencias que se tenían y sustentando que no era más divina ni más sagrada que otros padecimientos.
Para 1873, el neurólogo John Hungling Jackson estableció la primera definición aún vigente: “Una descarga súbita, rápida y excesiva de las células cerebrales”.
En 1912, empiezan a comercializarse los primeros fármacos contra la epilepsia y 17 años después, se registra en papel el primer encefalograma, obra de Hans Berger.
El cerebro controla todas las funciones del cuerpo, por lo que cuando hay alteraciones en él, puede haber convulsiones y producirse un ataque epiléptico.
Hay una gran cantidad de causas de la epilepsia, y en el más del 70% de los casos no se puede identificar cuál es, pero las más comunes son:
La epilepsia, como hemos dicho, se caracteriza por las convulsiones, que pueden afectar cualquier proceso que coordine el cerebro, provocando síntomas como:
Los síntomas dependen del tipo de convulsión que se sufre; en el mayor número de casos, la persona siempre tiene el mismo tipo de convulsión, por lo que los síntomas no cambian demasiado.
Las convulsiones, síntoma de epilepsia, se clasifican de la siguiente forma:
Las convulsiones focales son resultado de una actividad anormal solo en una parte del cerebro. Hay dos categorías para este tipo de convulsiones:
Las convulsiones generalizadas afectan todas las áreas cerebrales y se dividen en seis categorías:
Ocurren, generalmente, en niños y se caracterizan porque las personas miran fijamente al espacio por 5 o 10 segundos. Pueden ocurrir en grupo; hasta 100 veces al día y provocar una breve pérdida de consciencia.
Se caracterizan por provocar rigidez a nivel muscular, especialmente, en la espalda, los brazos y las piernas, y causar algunos efectos en la consciencia.
También se conocen como convulsiones de gota, y su principal efecto es que provocan pérdida de control múscular, principalmente, en las piernas, por lo que cuando se sufren, hay caídas.
Este tipo de convulsiones causa movimientos espasmódicos en los músculos de forma repetida y rítmica. Suelen afectar más la cara, los brazos y el cuello.
Se presentan frecuentemente como espasmos breves y repentinos y, por lo regular, afectan los brazos y las piernas del sujeto.
Estas convulsiones son las más severas y pueden provocar una pérdida abrupta del conocimiento y rigidez importante en el cuerpo, temblores y espasmos.
De acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo sufren epilepsia, siendo el cuarto trastorno neurológico más común.
De todos ellos, aproximadamente 40 millones viven en países de bajos o medianos ingresos, por lo que la mayoría no suele recibir el tratamiento médico adecuado para tratar el padecimiento.
Esto se debe, entre muchos otros factores, a que no suelen tener acceso a prevención médica ni acceso a atención médica.
Asimismo, cada año se diagnostican 5 millones de casos de epilepsia, por lo que este padecimiento no deja de crecer en números.
La epilepsia es una enfermedad que no tiene cura, pero que sí se puede controlar. Con la correcta administración de fármacos antiepilépticos, la mayoría de personas (hasta el 80%) puede vivir sin convulsiones.
El diagnóstico debe ser minucioso por parte de un médico y es necesario que se hayan sufrido mínimo dos crisis no provocadas para considerar esta enfermedad. Una vez comprobado el diagnóstico, se debe iniciar con el tratamiento y seguirlo.
Al menos, se debe tomar el tratamiento por dos años. Posteriormente, se puede hacer una evaluación médica para saber si es posible suspender la medicación y no sufrir ataques, gracias a la restauración del equilibrio químico de las neuronas.
Solo entre el 20 y 30% de las personas no responde al tratamiento farmacológico simple; en estos casos, se deben combinar varios medicamentos.
A pesar de ello, algunas epilepsias no responden a la medicación, siendo necesario recurrir a cirugía o a la estimulación del nervio vago por medio de la implantación de un electrodo debajo de la piel del cuello.
La epilepsia tiene un importante impacto en lo económico y lo social para quienes padecen la enfermedad y sus familiares, ya que se requiere atención médica y puede haber muertes prematuras o pérdida de productividad laboral.
Las repercusiones económicas varían según la duración de la crisis o ataque y la gravedad de la enfermedad, así como el modo en que responda el cuerpo al tratamiento y el entorno que se tenga en cuanto a salud.
Los costos y la pérdida de productividad pueden tener un impacto muy fuerte en las familias de quienes padecen epilepsia, siendo sumamente importante contar con acceso a médicos del sector público o privado; sin embargo, en donde predomina este padecimiento, casi no se tienen esos servicios u oportunidades.
En cuanto a los efectos sociales, hay variaciones, dependiendo del país, pero en general, las personas con epilepsia suelen ser víctimas de estigmatización y discriminación, lo que muchas veces provoca que los afectados no busquen tratamiento para no ser identificados con la enfermedad.
Alrededor del 25% de los casos de epilepsia se pueden prevenir. Estos casos corresponden a las siguientes categorías y causas:
La clave está en implementar estrategias para mejorar la salud neonatal y materna y controlar ciertas enfermedades que se pueden transmitir, así como prevenir cualquier tipo de lesión o problema vascular. Esto ayuda a reducir en gran medida el número de casos de epilepsia.
Y es que las personas que sufren traumatismos craneoencefálicos (TCE) tienen hasta 20 veces más probabilidades de desarrollar epilepsia que quienes tienen TCE leves, y estos representan entre el 4 y 5% de casos de epilepsia.
La epilepsia es un padecimiento que afecta a millones de personas y la verdadera clave para prevenir o tratar es tener acceso al sector salud.
De la mano de médicos profesionales y especialistas, es mucho más sencillo detectar esta enfermedad y tratarla y, en el mejor de los casos, evitar padecerla, tratando los problemas que podrían desencadenarla desde el inicio.
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