El riesgo cardiovascular indica las posibilidades que tiene una persona de sufrir alguna enfermedad cardiaca de acuerdo con tus antecedentes y su estilo de vida.
Esto es muy importante porque, hoy en día, los problemas de corazón son una de las principales causas de muerte en el mundo, superando cualquier tipo de cáncer.
Estas enfermedades se manifiestan de diferentes formas, como: presión arterial alta, enfermedad arterial coronaria, arritmias (latidos irregulares), etc. Así que aquí te decimos cómo reducir el riesgo cardiovascular a partir de tu estilo de vida.
Dentro de los factores de riesgo cardiovascular, hay algunos que destacan:
La hipertensión arterial aumenta los riesgos de sufrir una enfermedad del corazón, un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
Si además de esto, se suman condiciones como sobrepeso u obesidad, tabaco o altos niveles de colesterol en sangre, el riesgo aumenta.
Es importante monitorear la presión arterial, que en reposo debe ser de 120/80.
Los problemas del corazón son la principal causa de muerte en personas que padecen diabetes, específicamente aquellos que sufren del tipo II.
Una diabetes mal controlada provoca niveles altos de glucosa en sangre, lo que puede provocar daños en las paredes de los vasos sanguíneos, acelerando el proceso de acumulación de placas de grasa. Como resultado, las arterias se estrechan, se limita el flujo sanguíneo e incrementa el riesgo de sufrir ataques cardíacos.
Otro factor de riesgo cardiovascular es el colesterol elevado.
Cuando la sangre contiene muchas lipoproteínas de baja densidad (LDL o colesterol malo), estas empiezan a acumularse, formando una placa en las paredes de las arterias. Así es como inicia la enfermedad denominada aterosclerosis.
Al acumularse esta placa, existe un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón.
El exceso de peso es un elemento con fuerte incidencia en el colesterol y otras enfermedades, como la diabetes.
La acumulación de grasa, especialmente en la zona abdominal, puede hacer que el corazón trabaje más duro para bombear sangre, aumentando la presión en las arterias.
En general, los hombres tienen un mayor riesgo cardiovascular que las mujeres. La diferencia se disipa un poco cuando comienzan la menopausia.
Después de los 65 años, el riesgo cardiovascular es prácticamente el mismo para hombres y mujeres.
Una alimentación balanceada y saludable juega un papel clave en el riesgo cardiovascular, pues incide en factores como el peso, el colesterol, la presión arterial y la glucosa en sangre.
Adoptar hábitos saludables, como una dieta nutritiva, puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades del corazón, mientras que una alimentación poco saludable eleva dicho riesgo.
Una dieta rica en nutrientes y baja en alimentos ultraprocesados tiene muchos beneficios para el sistema cardiovascular. Algunos aspectos importantes que se deben considerar son:
Una buena dieta no solo debe considerar aquello que debe consumirse, sino también lo que se debe evitar en la medida de lo posible.
Existen algunos que aumentan el riesgo cardiovascular, como:
La actividad física y el ejercicio juegan un papel importante para reducir el riesgo cardiovascular.
Veamos por qué tiene un impacto tan significativo:
Hacer ejercicio regularmente fortalece el músculo cardiaco, mejorando su eficiencia.
Un corazón más fuerte es capaz de bombear sangre con mayor eficiencia, lo que hace que se logre un flujo sanguíneo adecuado y se reduzca la presión sobre las arterias.
Asimismo, al mejorar la función cardíaca, se mantiene el corazón sano, previniendo el riesgo de insuficiencia cardíaca, infartos y otras complicaciones graves.
La actividad física ayuda a disminuir la presión arterial, en especial en personas con hipertensión.
Esto, debido a que mejora la elasticidad de las arterias y reduce la rigidez, permitiendo una circulación sanguínea más fluida.
Esto es crucial para prevenir enfermedades cardiovasculares, ya que la hipertensión es uno de los principales factores de riesgo para los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares.
Ayuda a prevenir y controlar la diabetes tipo II, una enfermedad que impacta fuertemente en el riesgo cardiovascular.
Gracias a la actividad física, se puede regular el nivel de glucosa en sangre y mejorar la resistencia a la insulina.
El ejercicio es una de las mejores formas de controlar el peso corporal y prevenir un porcentaje alto de grasa, que es factor de riesgo cardiovascular.
Combinar el ejercicio aeróbico y entrenamiento de fuerza, además de ayudar a quemar calorías, aumenta la masa muscular y reduce la grasa corporal.
Esto hace que disminuya la carga sobre el corazón, reduce el riesgo de hipertensión, colesterol alto, diabetes y otros problemas que inciden en la salud cardiovascular.
El ejercicio tiene un efecto antiinflamatorio, lo cual tiene un impacto importante para la salud cardiovascular.
La inflamación crónica es uno de los principales factores que contribuyen a la formación de placas de grasa en las arterias, lo que puede dar lugar a la aterosclerosis y aumentar el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular.
En este sentido, la actividad física es fundamental porque ayuda a bajar la inflamación en el cuerpo, disminuyendo el riesgo de complicaciones cardiovasculares.
La actividad física tiene una relación directa con la circulación sanguínea, pues ayuda a incrementar el suministros de oxígeno al demandar más esfuerzo al cuerpo.
Esto mejora el flujo sanguíneo y reduce riesgos como trombosis (formación de coágulos).
El ejercicio no solo impacta a nivel físico, sino también mental.
Los problemas cardiacos pueden detonarse o incrementar las posibilidades cuando hay ciertas circunstancia como estrés o ansiedad, y el ejercicio ayuda a reducir estos elementos, pues se liberan endorfinas y mejora el estado de ánimo.
Como hemos visto, el estilo de vida tiene un impacto muy importante en la salud cardiovascular, pero no es lo único relevante para mantenernos en buen estado.
Muchas enfermedades se pueden evitar e incluso, tratar con unos buenos hábitos; sin embargo, para ello, es crucial estar en constantes chequeos médicos, que nos permitan identificar factores de riesgo y monitorear de cerca ciertos indicadores clave de enfermedades cardiovasculares.
Ante esta situación, no hay mejor escudo que un seguro de salud, pues te permitirá tener consultas periódicas y chequeos regulares para detectar a tiempo cualquier señal de alarma. De esta manera, podrás poner manos a la obra para evitar enfermedades más serias, y continuar con un estilo de vida saludable y adecuado.
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